Caminaba erguido, como de costumbre. Espalda arqueada hacia atrás y omóplatos tratando de plegarse sobre el eje vertebral obligando a la incontenible barriga a lucir esplendorosa y a los brazos a entregarse desvergonzada e irremediablemente al vaivén del camino. Ambas extremidades superiores se distanciaban sin pudor de su centro de gravedad, como amenazando con desenfundar dos imaginarias pistolas a cada paso. Claro que, tratar de introducir cualquiera de los diez morcones que nuestro descrito tiene por dedos en un gatillo, se antoja una acción físicamente imposible. Realmante todos sus movimientos desafían las leyes de la física. Lo cual no significa que no sean armoniosos. Lo son, y mucho. Y convierten a nuestro observado en una demostración andante de las leyes de Newton; la inercia, la fuerza... No entiendo como los profesores de física de los institutos y colegios de toda España no peregrinan en masa para aprender en vivo. Mucho están tardando.
Observar esas dos manos, que parecen diseñadas por Rubens, lanzarse sin miedo al aire para contrapesar y equilibrar la marcha, no tiene parangón en la naturaleza. Ni precio. Arriba, abajo, arriba, abajo... y siempre con la palma hacia atrás, como braceando a crawl por las calles.
Así iba por el centro de la calle conocida por Ancha. La hora se lo facilitaba en parte. A las 3 y media de la tarde pocos había que lo retaran en duelo por hacerse con el centro de la via. Aunque, a decir verdad, yo lo he visto caminar con la misma seguridad a horas más concurridas por el mismo sitio. Sin competencia. Su andar es siempre un "aquiestoyyoconmiscojonesysinotegustoquitatedeenmedio". No parece mala gente, no. Pero tiene unos andares de los que dan coraje. Quizás porque todo parece importarle un carajo y eso da envidia. No sé. El caso es que allí iba, calle abajo, como seis o siete metros delante mía. Mirarlo desde atrás es como mirar el fuego, te hipnotiza. Siempre trato de imaginarlo desnudo, pintado por el mencionado Rubens. Con to la manteca en armónico movimiento. Sin duda hubiera sido su modelo predilecto.
La escasa afluencia humana no impedía que conociera y saludara a uno de cada dos seres que se cruzaba; gatos, perros y palomos incluidos. La mecánica era siempre la misma: tras divisar su objetivo, pendulaba el manojo de morcones con tiempo, imprimiéndole mayor fuerza para hacer coincidir el encuentro con la mayor altura de la mano y en ese momento lanzar un saludo tipo "jau". Luego los morcones volvían a bajar y a recuperar la velocidad de crucero ajustando sus parámetros poco a poco como el mecanismo de un reloj suizo (nunca pensé que alguna vez conseguiría unir las palabras "morcón" y "suiza" en una misma frase...).
Pensando todo esto iba cuando un trio de saludables que caminaban juntos por la derecha de nuestra marcha levantaron la mirada y lo vieron unos 15 metros antes del impacto. Él también los vio.
Para cuando hubieron regresado sus barbillas y sus cejas a la posición habitual tras levantarlas en el saludo, él ya les había acribillado con un potente "¡holaaa!" de tres "aes" empujado por el devastador golpe de aire que provocaban los cinco morcones de su mano derecha al subir a lo más alto.
Ganó. Y quizás, satisfecho por eso, no dejó transcurrir ni un segundo para celebrar su victoria con una sonora y sobrenatural absorción interior de secreciones que preparó en su lengua para, tras calcular la masa de la misma, el rozamiento del aire, la velocidad de la marcha, la amplitud del paso y la distancia a la siguiente alcantarilla, lanzarla describiendo una parábola perfecta que la hizo entrar limpiamente en el objetivo.
Yo lo ví. Los 3 recién saludados lo oyeron. Y ustedes han podido leerlo y casi, mal que les pese, vivirlo.
¿Y todo este sufrimiento para qué?, ¿por qué tamaña muestra de escatología escrita?... pues por una simple necesidad personal de profundizar en el conocimiento teórico de la especie humana y su comportamiento. No soy capaz, y por eso mi necesidad de compartir este asunto con ustedes, de resolver la ecuación:
¿Qué fue antes?, ¿la necesidad de sortá el gargajaso o la estimulante visión de una alcantarilla a huevo?... Ayúdenme, por favor. Éste que les escribe y la ciencia, se lo agradecerán.
CIENCIA
El robot ‘Curiosity’ se detiene para analizar un objeto del tamaño de un balón
A.R. Madrid20 SEP 2012 - 15:05 CET