27 de octubre de 2010

La copa del meao

¡Hemos ganao!, ¡la copa del meao!, ¡y el que la perdío!, ¡se laa bebío!... qué bonita copla... qué tiempos aquellos en los que uno deseaba ganar no para alcanzar la gloria y cantar el himno sino para humillar al contrario... así son los niños; muy cabrones...

En fin, la copla me vino a la cabeza al pasar la otra noche ante la casa del sánchez rivas, el eterno capitán de 6º A. El superatleta perfecto creado a partir de la excelente genética trasmitida por los cabrones de sus padres, la monacal disciplina impuesta por su puñetera abuela paterna y la ambición competitiva inyectada por el hijoputa de su abuelo materno. El encuentro de todas estas variables había hecho del sánchez rivas una perfecta máquina de matar y de ganar desde los 7 años; que yo recuerde. Quizás desde antes, pero a mi curso llegó en segundo de egebé(1). Y ya tenía más barba que el maestro de lengua.
Venía de ganarlo todo en 1º de La salle. Cuando con 7 primaveras entró por primera vez en el patio de los salesianos ya era una leyenda. Llevaba la competición en la sangre. Aquél día, nada más cruzar la puerta y ante la atónita mirada de medio colegio, pulverizó la anterior marca de "darle vueltas a la valla del patio colgado boca abajo" (modalidad parecida a las paralelas) estableciendo un nuevo y estratosférico récord: 27 vueltas. Por suerte para él, la estupefacta y casual presencia de Don Julián, el pelogüevo, permitió certificar el récor.
Por aquella época, finales de los 70, ya decía que sus referencias eran "Torpedo Müller" y "Bekenbauer, el Kaiser". No te digo ná el cabrón del niño. Como pa encontrártelo de frente en el borde del área yendo tú a 30 km/h. en carrera lanzada detrás de la pelota y con los cordones de los tórtola(2) desatao como un carajote...
Lo ganaba tó fuera el deporte que fuera. Sabía jugar a tó y de tó conocía las reglas. En cambio yo, que rondo los 40 y que he visto a nadal, moyá (el acento mejor puesto del mundo que convierte el apellido en aguda porque si no sería "grave"), bruguera, berasategui, arancha, ferrero y otros tantos ganarlo todo, aún hoy, cuando escucho al comentarista decir "nadal ha roto el servicio", pienso: no mextraña, como sestuviera meando y haya levantao la tapa del vate con el brazo ese que tiene...
Pero el sánchez rivas sí conocía el reglamento del tenis a pesar de su corta edad y de que los únicos éxitos patrios conocidos eran noticias del nodo en blanco y negro que costaban más trabajo de creer que lo de que el hombre llegara a la luna. Sobre tó viendo la cara de orantes. Tenía mérito; lo de orantes no, bueno también, pero me refiero al sánchez rivas, el eterno capitán de 6º A. Porque había que haber nacido con algo muy especial para dominar todos los deportes y sus reglamentos cuando en el colegio, bajo la escueta denominación de "gimnasia", lo único que se hacía era jugar al fútbol mientras el profesor se fumaba un ducado.
Su leyenda terminó de forjarse durante 2º, 3º, 4º y 5º de egebé, pero fue en 6º cuando a sus galones de capitán se añadió el adjetivo "eterno". Repitió 3 veces.
Durante esos años reinó absolutamente ganándolo todo tanto en clase como en los recreos. Humilló a cientos de niños y familiares a los que cantaba, con una voz grave y llena de gallos fruto de sus cambios hormonales, la mencionada copla de "la copa del meao". Esa que termina diciendo "y el que la perdío, se laa bebío".
Yo no sé cuántas copas llenas de meao pude beberme, probablemente perdí la cuenta embriagado por los efluvios oriniles (que nada tenían de oníricos). Pero cuando al pasar la otra noche bajo la casa de sus padres (con los que aún vivía) ví todas aquellas copas en cuyas placas siempre aparecía la misma inscripción: "Campeon: 6º A", no lo pude evitar y me meé en todas desde la más grande a la más pequeña. Como en esas exhibiciones con copas de champán en las que se vierte la bebida en las copas más altas de una torre y va poco a poco trasvasándose al resto hasta llenarlas todas. Po iguá pero con meao. Por cabrón.
Pero cuando llegué a la última, la más pequeña, correspondiente a su primer triunfo en 2ºA con apenas 7 años, se me encogió el corazón y la meada. Aquél Bekenbauer de 7 abriles, gracias a cuyas cualidades físicas muchos nos habíamos visto obligados a superarnos, con el tiempo y las derrotas extradeportivas había cambiado las copas del meao por las de fraianyélico. Nadie supo encauzar sus potenciales a tiempo, nunca llegó a séptimo y acabó, frustrado, bebiéndose todas las copas fueran de lo que fueran.
Por suerte hoy la gimnasia se llama educación física y los profesores, sean de gimnasia o no, no pueden fumar ducados en el patio. Los deportistas españoles lo ganan todo y gracias a la tele y al calvo de la sexta los niños son capaces hasta de desmontar y montar un fórmula uno como si fuera un cetme(3). Creo que tampoco se puede repetir 3 veces el mismo curso y desconozco si los niños siguen cantando la famosa copla. Eso sí, por lo que cuentan, a pesar de estas mejoras hay más peligro de que acaben frustraos y enganchaos al fraianyélico ahora que en la época del sánchez rivas. ¡¡¡Con lo bueno que está el meao!!!...

(1). Egebé: Denominación que recibió la enseñanza obligatoria antes del liaso que trajo la logse. Ej.: -manolo, ¿tu hijo en qué curso está?... - en tercero. - ¿tercero de primaria o de eso?... - de eso o de lo otro, yo que sé, entre la eso y los euro ya mestán tocando los cojones con tanto cambio... Coloquialmente: er colegio, la infancia. Ej.: "ese estuvo conmigo tó la egebé". Mínimo oficial para abandonar el mar de la ignorancia. Ej.: "- Ese concejal no tiene ni la egebé - qué más da, si es el de cultura...".

(2). Tórtola: Tenis chungo. Convers españolas de loneta color "azul mono de astilleros" con puntera blanca de goma de poca densidad incapaz de proteger las uñas de los deos gordos y suela ultrafina y no transpirable del mismo material causante de olores insoportables. Calzado avergonzante que usó y marcó a toda una generación.

(3). Cetme: Fusil oficial de asalto del ejército español cuando se hacía la mili, más mortífero por sus culatazos que por su capacidad de disparo. Símbolo patrio junto con la cabra de la legión. Vulgarmente y por extensión: escopeta. Fusiles que se sacan pal desfile del puente de octubre.

11 de octubre de 2010

Marketing gaditano: Las 4 "Pés"

En el mundo del marketing existe una teoría llamada "de las 4 p" que busca hacer llegar el mensaje al consumidor a través de la utilización y combinación de cuatro variables: Producto, Precio, Promoción y distribución. Esto, en una ciudad con una tradición comercial de 3000 años, está más que asimilado. Como prueba, esta imagen en la que podemos analizar la estrategia seguida por dos comerciantes gaditanos diferentes a la hora de vender el mismo producto. Comeciantes apenas separados por 400 metros de calle que han librado una batalla comercial comparable a las de apple y microsoft, google y yahoo, o cocacola y pepsi; pero en cádi.
Ambos ofrecen aparentemente un mismo producto: unas cangrejeras o gargajillos. Pero sólo aparentemente. Mientras el comerciante de la izquierda vende producto original, las naik del mar, las clásicas cangrejeras de color carne y gomagüena, el de la derecha opta por vender una vulgar copia en gomashunga de color blanco capaz de espantar un choco a veinte metros. Ni siquiera están hechas en china; son una falsificación hecha en un polígono de algesira a la que le han puesto "made in shina" pa darle categoría.
Para paliar las pérdidas que le ocasiona esta desleal competencia shino-algesireña, el comerciante de la izquierda ha intentado "jugar a precio" rebajando las tallas pequeñas hasta cifras irrisorias e igualando, en las tallas grandes, el precio de su competidor: seis leuros. Pero la guerra de precios no es la única ni la última batalla. La madre de todas ellas se libra en la última "P": promoción.
El comerciante de la izquierda, llevado quizás por el convencimiento de saberse poseedor de un género de mayor calidad y por el corage hacia su descarado y sinescrupulado competidor, ha cometido un error imperdonable: intentar diferenciarse rebautizando un producto popular con un nombre grandilocuente: "Ben Hur". Toma ya, ahí lo llevas. Lo tuvo a huevo y lo perdió. Charton jeston en la caleta.
Si hubiera puesto en la etiqueta "El auténtico y genuino gargajillo caletero" se habría forrado. Pero no, puso "Ben hur"; dejándole el balón a huevo a la competencia chino-algesireña que no tuvo más que gaditanizar y rebajar de estatus social sus cangrejeras antichoco con un acertadísimo "Superoferta: gargajillo caletero 6 €" para acabar llevándose, nunca mejor dicho, el gato al agua.
Y es que ya lo dijo el famoso nobel de economía: "si vendes mierda, no digas que es de oro".