29 de junio de 2013

Cadiztorias: La verdadera puerta del infierno

A lo largo de los siglos han sido numerosos los artistas que han recreado la puerta del infierno imaginada por Dante. La mayoría, como el propio Rodin, la representaron de forma espectacular; otorgándole un porte fantasmagórico y monumental. Pa cagarse por las pata abajo que diría mi agüela. Pero he aquí que una vez más la realidad supera la ficción y al levantar la cabeza durante una tranquila güertesita gaditana sin rumbo fijo me encuentro lo que se ve en la foto.
Era un callejón estrecho y maloliente; salpicado de alegres charquillos de orín y simpáticos mojones dispuestos en una aleatoriedad casi calculada. Sin patrón. No había más pauta que la falta de pauta, y eso, además de obligarte a mantener la vista y la atención fijas en el suelo, acojona. Y te atrapa. Cuando vienes a darte cuenta ya estás en el fondo del callejón como mosca en telaraña; atraído por los cantos o más bien efluvios de sirenas meonas. La densidad de charcos y mojones aumenta progresivamente obligándote a lanzar un pie tras otro. Palante por cojones entregado a la inercia. La duda ofende y pisa la mierda. Y vas en chanclas... Tiras de tu olvidada maestría en el fenix y esquivas in extremis muchos asteroides de mierda. Quien tuvo retuvo, piensas. Pero en ese instante caes en la cuenta que no hay nadie que te lleve las bombas. Ni la barrera. Y te acuerdas del titi. Siempre te daba el coñazo metiéndote el codo con su "¿te llevo las bombas?...¿y la barrera?...¿me deja la grati?". Pero al final te creó dependencia su buen hacer con la artillería cuando había que pasar de fase. Y ahora, cuando ya no está, lo echas de menos al hijoputa.
80 kilos y 40 años no pueden frenarse asín como asín una vez lanzados; y lo sabes. Sólo hay una posibilidad: una casapuerta a huevo que te permita abandonar la corriente saltando lateralmente. La maniobra es arriesgada pero si maestro fuiste en el Fenix, en el contra aún eres leyenda. Aún cuentan los más viejos de tu barrio como esquivabas a los carajotes del otro equipo tumbándote hacia las casapuertas  en el último suspiro, como Perico bajando las curvas del Turmalet. Del loco de los Pirineos al loco de las casapuertas. Más de un telefonillo tiene tu adeene. Qué legado...
Pero hace 30 años que no juegas al contra y las jambas siguen siendo de marmol.
"Le fou des Pyrénées".
Aún así, levantas la vista una fracción de segundo y divisas el objetivo y tu salvación: una casapuerta al fondo a la izquierda (al fondo a la derecha, huelga decir que todo es vater).
La vieja y oxidada máquina de cálculo de tu cerebro arranca, y mientras la vista le sigue transmitiendo la información que convierte en órdenes para tus piernas: mierda, meao, mierda, meao... meao, meao, mierda, meao... otra partición comienza a procesar los datos obtenidos en la efímera visual: distancia, velocidad, resistencia del aire, viento en contra, altura, anchura...
¡3,2,1!... ¡der tirón!...

El vuelo dura poco. El dolor en la cadera y el hombro durará más. Pero lo has coseguido. Makinón. Estás a salvo; o eso crees. A primera vista lo que ves es una casapuerta de mierda en un callejón de mierda (y orín). Pero no sobrevive uno en las calles 40 años haciendo caso a las primeras vistas. Siempre hay más.
La dantesca casapuerta, el candado oxidado por cerradura, la no repuesta pegatina del cerrajero a modo de rendición, el telefonillo empotrado en costra, el junquillo calcinado del marco, la brillante pringue en la puerta huella de una mano desesperada,  la pared ruinosa... y el cartel. Sujeto primero con cinta para marcar y anclado posteriormente con chinchetas para mantener firme la inscripción. ¿Dónde estoy?... ¿un solo perro ha hecho de esta calle un infierno?, ¿vive aún algún vecino en esta vía aparentemente muerta?, ¿débese la comentada cochambre al can?...
Dante, puerta, calcinación, desesperación, ruina, inscripción, infierno, vida, muerte, can... ¡cielo santo!...
No sé cuántas cagadas tardé en leerla pero lo hice. "La divina comedia" cayó en mis manos en el vater del amigo rarito de un amigo carajote en cuya casa pasé unos meses recogío. Nunca supe si las pilas de libros que ocupaban su vaterclós eran literatura o papel higiénico, pues a falta de éste, y teniendo a tiro aquella biblioteca...
En mi descargo diré que jamás mancillé un clásico. Cervantes, Chejov, Chespir, Estivenson, Estendal, Esteinbek, Cortázar y otros muchos podían respirar tranquilos si era yo el obrante (lo de tranquilos es un decir, se sobreentiende). Pero tenía que limpiarme y por consiguiente debía elegir. Y lo hice.
"El perfume" fue perdiendo hojas en una especie de apestoso otoño hasta quedar reducido a un panfleto con tapas duras. Siempre me había dao coraje ese libro. No sé ni de qué va, pero de vérselo a cientos y cientas de carajotes que lo bajaban a la playa a hacerse los intelectuales le cogí manía. Conozco alguno que ha tardado en leerlo más de siete veranos. Siempre lo llevaban sobre la toalla y con la portada a la vista. Yo no llevaba ni toalla. No la he llevado hasta cumplir los 35 y porque ya no pude esquivar más el puretismo. Sieso que es uno. Sieso pero leío, y "La divina comedia" me marcó. Por eso pude reconocer la puerta del infierno en cuanto la vi. La puerta que impedía el paso a los vivos y la salida a los muertos guardada por el cancerbero, el perro de tres cabezas (y por lo que se ve de tres culos). La auténtica entrada al inframundo en cuya puerta también había una inscripción:
“...por mí se va a la ciudad del llanto;
por mí se va al eterno dolor;
por mí se llega al lugar en donde moran los que no tienen salvación...". 
"Lasciate ogne speranza, voi ch'intrate..."
"Abandona la esperanza si entras aquí". 

16 de junio de 2013

Monoteísmo gaditano

En un mundo tan grande como este, hay quien, tras bajarse la cremallera, cree ver a Dios. Le atribuye por tanto forma humana. O más bien forma de una parte humana. Hay gente pa tó.
Uno, que se declara ateo nabal (de nabo), no alcanza a entender qué tipo de revelación ha debido tener el autor de esta pintada para cimentar su fe. Mesescapa. Quizás, de tanto ver y realizar esta representación gráfica desde chiquitito, ha creído ver a dios en todas partes. O más bien en todas sus partes. Quierasabe. En fin, ante esta contundente declaración de monoteísmo gaditano, sólo nos queda resolver una última duda existencial: ¿qué fue antes?, ¿el güevo o la e?...

6 de junio de 2013

Cadiztorias: El mono viene del hombre

Noviembre de 1988:

Tras varios años de intensas investigaciones, el Departamento de Antropología de la Universidad de Yeil y la NASA, llegan a la conclusión de que la especie humana está a punto de dar el siguiente salto evolutivo.
Gracias a una serie de bio-indicadores, ambas instituciones han alcanzado la certeza de que el ser humano está a punto de evolucionar hacia una nueva forma más avanzada y adaptada a los tiempos que corren. La era del homo sapiens está a punto de finalizar para dar paso a una nueva especie.
El director del departamento de antropología de la Universidad de Yeil está convencido de que ese acontecimiento tan importante para la ciencia está a punto de ocurrir, pero tiene algunas dudas: ¿dónde ocurrirá?, ¿cuándo exactamente?, ¿supondrá la aparición de esa nueva especie la extinción del homo sapiens?... ¿será una especie hostil?... ¿llegará la tantas veces recreada invasión de la tierra desde el espacio interior en lugar del exterior?...

A pesar de ser yanquis, los miembros del departamento de antropología de la Universidad de Yeil, con su director al frente, y la NASA, no tenían ni puta idea; pero como siempre, decidieron aparentar que la tenían tomando cartas en el asunto y preparándose por si tuvieran que salvar el mundo. Por si la nueva especie resultaba hostil, decidieron rastrear el planeta entero para controlar cada nacimiento y estar presentes en el momento en que apareciera el primer individuo.
Como modernos Herodes, pusieron sensores y cámaras en las principales ciudades del mundo, alertaron a todos sus científicos, colocaron informadores en los principales hospitales, orientaron sus satélites realizando barridos por todo el planeta, avisaron al FBI, a la CIA, al CSI... y por último avisaron a brus güilis, que acaba de estrenar la jungla de cristal, para que fuera preparando una película sobre el asunto…

Noviembre de 2013:

Tras 25 años de investigaciones y rastreos y justo cuando la NASA y el departamento de antropología de la universidad de Yeil estaban a punto de detener la búsqueda, ocurrió lo imprevisto. La ciencia avanzó como pasa casi siempre, por casualidad. A newton le cayó una manzana en lo alto y descubrió la gravedad, ¿no?... pues el director del departamento de antropología de la universidad de Yeil también descubrió la gravedad… pero en este caso la gravedad de la situación, cuando vino a Cádiz a visitar a su hija que estaba de Erasmus y al llegar al portal del bloque donde la susodicha vivía le cayó un tanga en la cabeza. Supo inmediatamente que era el tanga de su hija por 3 motivos:
- el 1º, porque por supuesto iba decorado con la bandera de las barras y estrellas (entre otras cosas para poder recibir la subvención del gobierno para la película y poder pagarle el pastón acordado a bruce willis). La barra era la tirilla del tanga.
- El 2º porque tenía bordadas sus iniciales.
- el 3º porque al mirar hacia arriba escuchó la voz de su hija en un perfecto inglés-americano del norte de ojayo gritando: -oh my god!, fuck me!, fuck me!... fuck meeeeee!!!...

Subió tan decidido a poner orden en el piso donde su hija copulaba que lo hizo por la escalera sin reparar en que había ascensor. Asfixiao, alterao y colorao llamó al timbre. Al instante, una versión gaditana y chunga de cristiano ronardo le abrió la puerta completamente desnudo. Nada más ver a aquél ser canijo y renegrío tan solamente cubierto por la bufanda del cádiz, un grueso cordón de oro al cuello y un anillo del camarón, tomó aire y exclamó con tono grave mostrando el tanga de su hija con la mano derecha extendida: -  what is this?...
A lo que el canijo, para su asombro, respondió estrechándole la mano a través del tanga: - Juan luí, juanlu pa ti, pasa polla… y lo invitó a pasar haciéndole un gesto con la cabeza para que lo siguiera.

Aquél descaro, aquella naturalidad, impresionaron al científico. Como padre estaba enfadado, pero como científico… maravillado. Nunca había visto ese comportamiento ni esa capacidad de improvisación en ninguna persona conocida. Esa criatura se había adaptado completamente a tan complicada situación en milésimas de segundos. Aún así, en honor a su hija intentó mostrarse duro y mantenerse firme en sus argumentos; pero, sin saber cómo, el renegrío le dio coba y en cuestión de minutos se vio de nuevo en la calle. Aunque algo había cambiado en él. Fue como una revelación. De pronto, se dio cuenta de varias cosas: la primera que aquel individuo aparentemente ignorante hablaba un idioma tan sumamente sofisticado que podía aprenderse en apenas un cuarto de hora. Se percató de que tras discutir con el renegrío, era capaz de entender perfectamente el dialecto de los lugareños. Sabía el significado de "picha", "bastinaso", "coone", "aro-aro", "ajín", "ay-ay" y "cogeslo ahí". Y lo más increíble, ¡con esa escueta lista de expresiones era capaz de comunicarse en la ciudad!... A su lado, el famoso método del inglés con mil palabras era un auténtico mojón.
La segunda cosa que advirtió era que no había ninguna duda de que el individuo que esperaban encontrar desde hacía más de 20 años había nacido allí, en el culo del mundo, en Cádiz.
Y la tercera que ese individuo de nuevo se estaba intentando reproducir porque el tanga de su hija volvió a caerle en la cabeza cuando salió del portal y llegó a la calle…

El mundo estaba  cambiando y él no estaba preparado para soportarlo. Pero lo que el yanqui no se podía imaginar es que aquí, en esta pequeña ciudad que estaba tan en el culo del mundo que ni siquiera la habían rastreado, iba a encontrar individuos que si estaban preparados para los nuevos tiempos; iba a encontrar al próximo eslabón en la cadena humana.
 
Maravillado y excitado al mismo tiempo, dio orden de trasladar todos los equipos científicos hasta Cádiz para comenzar inmediatamente la investigación. Orientaron los satélites hacia aquí, rastrearon con el google Hearth, mandaron científicos… no se había visto un despliegue igual desde que encontraron a eté. A los pocos días un montón de vehículos, furgonetas y trailers con aparatos de medición y laboratorios portátiles entraron en Cádiz. Pero entonces surgió un problema que estuvo a punto de frustrar la investigación: no había aparcamiento. Tras varias horas dando vueltas a la ciudad, finalmente el ayuntamiento concedió permiso a la caravana científica  para ponerse donde se pone el circo: al lao del mercadona. Y claro, entonces ocurrió lo que ocurre cuando viene el circo a Cádiz: que saltó el levante y la señal de los sensores, transmisores y parabólicas se fue al carajo. Tuvieron que llamar a ONO y entre conseguir que las telefonistas les atendieran y les entendieran y mandaran al técnico perdieron un par de meses.
Una vez instalados y solventados los problemillas iniciales, los yanquis enviaron espías a los hospitales de la ciudad y comprobaron todas las ecografías.
Realizaron algunos hallazgos muy llamativos. Por ejemplo, advirtieron que muchos de los fetos traían el cordón umbilical alrededor del cuello a modo de collar y que éste presentaba un extraño color dorado. En los dedos de las manos, tenían unas malformaciones que parecían anillos y la postura fetal más común era una en la que el feto parecía apoyar la palma de su mano izquierda en el corazón al tiempo que elevaba la mano derecha abierta a modo de brindis y abría la boca hasta desencajar la mandíbula. Según algunos celadores, era la clásica postura de final de pasodoble de comparsa chunga. Los científicos observaron que cuando una criatura nacía, y el médico, tras elevarlo por los pies, le daba dos cachetes en el culo para que rompiera a llorar, en lugar de llorar ponían el labio superior sobre el inferior y preguntaban desafiantes: - quién ha hecho?... Acto seguido lanzaban un gargajo al médico acompañado de un fuerte codazo. Detectaron que cada vez con mayor frecuencia las incubadoras amanecían llenas de pintadas por dentro y con las esquinas meadas…
Con el tiempo consiguieron incluso desarrollar una sencilla prueba para saber si la criatura que portaban las embarazadas en su interior eran ejemplares de la nueva especie sin necesidad de ecografías. La prueba consistía en pasar un langostino por la barriga de la madre. Si el feto pertenecía a la nueva especie se veía como el bulto se desplazaba claramente siguiendo al langostino; como si fuera un imán.
Al poco tiempo llegaron a la conclusión de que el salto evolutivo se estaba produciendo en Cádiz y no sabían desde cuando. Aquí, la especie humana evolucionaba ya hacia un estadio diferente, hacia un individuo superior que se estaba adaptando a los cambios de forma vertiginosa y sin sufrir por ello. Era una especie capacitada para quitarle importancia a los problemas y así asegurar su supervivencia. Mientras el resto de la humanidad se deprimía con la sobreinformación sobre catástrofes, guerras, terrorismo y la maldita crisis, ellos no veían ni el telediario. El homo sapiens sufría estrés, ansiedad, miedo y depresiones al no poder adaptarse a los cambios a los que la nueva situación mundial le obligaba. Mientras, los nuevos individuos parecía que hubieran vivido muchas vidas y nacieran sabiendo, con experiencia, parecía que venían de vuelta de tó.
Sin duda la nueva especie era superior. Se adaptaba mejor. El homo sapiens se extinguía y empezaba el tiempo del resapiens, del homo resapiens… del hombre resabiao. Así fue bautizado.

Para entender los principales rasgos de la nueva especie basta con leer el siguiente fragmento del artículo publicado poco tiempo después del descubrimiento por nuestro protagonista, el Director del departamento de antropología de la universidad de Yeil, en la prestigiosa revista sains (escrito Science). (Si algún resapiens está leyendo esto se estará preguntando en este momento -desde cuando carajo carlos sains tiene una revista...). En fin, aquí va el artículo:

Nacimiento y auge de una nueva especie: el homo resapiens. Del “buenas tardes, cómo te encuentras” al “cogeslo ahí!”. Por: Michael O´sullivan.
… La principal característica del resapiens es la ignorancia y la segunda la indiferencia ante el conocimiento. Todo le da igual.  Si a un resapiens se le pregunta: -¿te has enterado que a causa de la crisis europa ha entrado en recesión?, sin duda, su respuesta será un contundente y clarificador: -¿lo qué?...
La nueva especie ha resuelto algunos viejos problemas. Por ejemplo se ha dado cuenta de que el antiguo dicho de que “el saber no ocupa lugar”, es un error; porque cuando nueve individuos tienen que vivir en un partidito de 30 metros, lo primero que sobran son los libros y las enciclopedias. En su lugar un buen plasma de 60 pulgadas y todo solucionado. Mucho menos polvo; dónde va a parar… Si trasladamos esta apreciación a su hábitat, en este caso Cádiz, el saber ocuparía demasiado lugar. Sobre todo con la falta de aparcamiento que hay. De ahí que entre construir una biblioteca o un aparcamiento se opte normalmente por lo segundo. Y a falta de libros, una buena pantalla led de 500 pulgadas en cada esquina. Mucho menos polvo; dónde va a parar…
Asombrosamente,  a pesar de su ignorancia, el resapiens se desenvuelve perfectamente con las nuevas tecnologías. Al poco de nacer ya se rodean de todo tipo de aparatos de última generación que manejan con total soltura sin, por supuesto, leerse las instrucciones: móviles 4g, aipas, aipos, emepecuatros, jomsinemas, wiis y por supuesto la princes. Entienden la tecnología como una extensión del cuerpo y confían ciegamente en ella. Es por eso que tratan de aprender sólo aquellas cosas que no puedan hacer las máquinas. Aplican aquél viejo pensamiento infantil de: - para qué voy a aprender a sumar habiendo calculadoras…
El resapiens sobrevive minimizando su actividad cerebral al máximo. La ignorancia le da la felicidad. El resapiens gaditano se adapta a los nuevos tiempos de una forma asombrosa. La clave está en quitarle importancia a las cosas y tirar palante, en ser feliz.
La simpleza mental del resapiens  aunque al principio pareció un paso atrás en la evolución de la especie, una pifia de la naturaleza, finalmente demostró ser el factor determinante para evitar la extinción total del ser humano.
Su volumen cerebral puede ser incluso mayor quel del sapiens aunque al contrario que éste, tiende  a utilizar cada vez menos cantidad. Como por todos ustedes es sabido, el volumen del cerebro se mide en centímetros cúbicos; pues bien, en el caso del resapiens, curiosamente se dan cuatro medidas diferentes en función de su edad: de 49 c.c., de 125 c.c., de 250 c.c. y el denominado cerebro G.P. A los individuos poseedores de un cerebro con mayor volumen, un cerebro G.P,  se les denomina vulgarmente “cabeza”.
Los resapiens adolescentes, localmente conocidos como angangos (canis), sólo tienen una neurona que, por efecto de la continua ingesta de psicotrópicos, se desplaza por su vacío cerebro a toda velocidad rebotando con las paredes y provocando impulsivamente la toma de decisiones…
 
Tras adentrarnos un poco en las características del resapiens gracias a este riguroso artículo científico, retomamos nuestra narración sobre los hechos:

Los americanos estaban maravillados; brus güilis, recién estrenada la jungla de cristal 5, ya estaba en Cádiz. Siguiendo el método estanislaski, se había instalado en Loreto en el seno de una familia típica vecina del renegrío. Las estaba pasando putas; ni el mismísimo brus güilis podía con la nueva especie. En la jungla de cristal había sido tiroteado, vapuleado y apuñalado mientras caminaba descalzo por el suelo lleno de cristales, pero en ninguna de sus secuelas nunca nadie le había tirado un gargajo desde un tercero al tiempo que le gritaban -¡carvo cabrón!... Tampoco le habían dado una catea ni le habían puesto un rabo al agacharse a coger algo.
Para seguir con la investigación y comprobar como el resapiens era capaz de adaptarse a las situaciones más extremas, los yanquis seleccionaron una familia típica gaditana y realizaron un seguimiento exhaustivo. La familia la componían cinco miembros: El padre, que se llamaba Eloy (adaptación de “cogeslooo ay!”, frase que repetía continuamente), la madre, llamada Ira (debido a su insistencia cotillera: “ira, ira”…), el  niño que se llamaba niño y la niña, niña. El último miembro era el abuelo que se llamaba güelo. El abuelo era el principal sostén de la familia pues todos dependían de su pensión. Aún así, no parecían vivir mal y no les faltaba de ná (hacía meses que tenían el galaxy 4 y las goguel glass).
Para comprobar si verdaderamente la nueva especie se adaptaba a cualquier tipo de cambio, los yanquis decidieron que había que someterla a una prueba definitiva. A un trauma extremadamente duro. Decidieron cargarse al abuelo y analizar el comportamiento del resto de la familia.

Cuando el abuelo la espichó (apareció muerto), la familia comenzó a llorar  y tras incinerarlo, decidieron hacer realidad su deseo: que echaran sus cenizas a la bahía. El cortejo fúnebre, por cierto, absolutamente bajuno, se reunió en la Barriada de la Paz. Tras quitarle la tapa a la urna, Eloy la lanzó con to sus ganas al agua al tiempo que otros resapiens presentes en la zona decía unas últimas palabras a modo de oración de despedida: - ¡buena mano, Eloy!, ¡iiiiiiiiiiiiiiiinnnn!, ¡caaaa…!, ¡con esa carná lo mismo coge una urta, picha!... Todo estaba siendo registrado por los científicos que habían instalado cámaras y sensores en la zona. Pero entonces ocurrió algo que los dejó maravillados: la urna cayó en la bahía, pero como cuando uno echa la taza del café al fregadero lleno de agua, salió a flote. La familia estaba aparentemente hundida. Todos menos el abuelo, claro, porque la urna se quedó flotando a unos metros del paseo de la barriada. Quedaron en silencio, los sensores trataron de autoajustarse como buscando algo; era un momento dramático del que no parecía que pudieran sobreponerse. El silencio solo fue roto por el susurro de uno de los técnicos que grababan la escena que reflexionó en voz baja: - claro, el principio de flotación de Arquímedes… Pero fue entonces, al escucharlo, cuando el resapiens reaccionó demostrando su verdadera capacidad, la que lo hacía diferente a su antecesor. Eloy, entre lágrimas, se agachó, cogió una piedra y lanzándosela al abuelo gritó: - ¡Arquímedes!!!!!... A lo que todos, al unísono,  respondieron: - ¡caaaaaaaabrón!!!... Y comenzaron a tornar el llanto en risa. Niño, el niño, todavía lloriqueaba cuando cogió una piedra y la tiró a la urna donde yacía su abuelo. Al no acertar gritó: - ¡tus muertos agüelo!… Todos enmudecieron, pero casi instantáneamente, a la par que secaban sus lagrimas comenzaron a mirar a su alrededor buscando alguna piedra que tirarle al abuelo. Poco a poco, como las piedras escaseaban en el paseo de la barriada, comenzaron a tirarle cualquier tipo de objeto que hubiera por allí. Era una competición y en cuestión de segundos habían olvidado el mal trago superándolo a base de intentar hundir al hasta hacía pocas horas principal sostén de la familia. La única que no parecía superarlo era Ira, la madre. Ira lloraba cabizbaja junto al poyete. De repente, entre sollozos,  exclamó: -no mabéi dejao ni una piera, ¡cabrones!... En ese instante cogió una litrona que había en el susodicho poyete y la lanzó con tal fortuna que tras trazar una parábola perfecta cayó sobre la urna hundiéndola del tirón en las profundidades de la bahía. Ira se volvió eufórica a los presentes haciendo cortes de manga y gritando: - ¡toma! ¡toma!… La fiesta se desbocó y la madre ocupó inmediatamente el liderazgo dejado por el abuelo.

Los científicos no daban crédito, acababan de lapidar (de tirar piedras y también lapos) al abuelo y de rematarlo de un botellazo y estaban descojonaos. Los sensores y las grabadoras no daban abasto…
El culto a la muerte, los ancestrales ritos del más allá, eliminados de un plumazo, superados en cuestión de segundos por un botellazo.
Los científicos, impresionados, siguieron investigando durante meses y se dieron cuenta de muchos más detalles que convertían a los resapiens en seres superiores. Por ejemplo, que ya nacían adaptados al cambio climático y por ello no tenían necesidad de guardar la ropa de invierno o la de verano. Se vestían por capas que trasvasaban directamente de la percha que solían tener tras la puerta del dormitorio a su cuerpo y viceversa. De ahí la asombrosa rapidez con que aparecían los plumas y los forros polares en cuanto bajaban unos grados las temperaturas en octubre y las chanclas y las bermudas en cuanto el Lorenzo apretaba en semana santa. Desapareciendo así la rigurosa rigidez del ritual del cambio de ropa de épocas pasadas. Igualmente ocurría con la ropa de cama, por eso el resapiens guardaba permanentemente bajo su almohada tanto el esquijama como el pantalón de chándal recortao y la camiseta de gruyer.

Al contrario de lo ocurrido con otras especies, la transición, el paso del género sapiens al resapiens no supuso la extinción total del primero. Las dos especies conviven pacíficamente desde entonces aunque gracias a determinados indicadores podemos constatar el progresivo dominio del resapiens en detrimento del sapiens. Pero, ¿cómo distinguir un género de otro?... En principio y a simple vista, es difícil. Habría que recurrir a los anteriormente mencionados indicadores y al infalible “test de clasificación del E”. Hagan la prueba, pregúntenle a la persona que tienen al lado si pertenece al género resapiens. Si su respuesta es un claro -eeeehhh? o un indiferente -¿lo qué?, no hay duda, el test es positivo. Pero hay ocasiones en que no es necesario ejecutar el test. Basta con practicar la observación sobre los individuos que tenemos alrededor y atender a los indicadores. Sus costumbres y modos de vida están tan simplificados que la naturaleza se encarga de ir sustituyendo poco a poco a la otra especie y cada vez nacen más resapiens.
La ignorancia voluntaria del resapiens, a pesar de que a los sapiens nos parezca lo contrario, es su principal fortaleza. Es una brutal demostración de inteligencia. No querer saber más acerca de nada supone un salto evolutivo de dimensiones desproporcionadas, algo así como el descubrimiento del fuego o la invención de la rueda.
La curiosidad y el ansia de conocimiento del homo sapiens supusieron el comienzo de su decadencia. Saber más de las cosas y la necesidad de información hicieron que el sapiens aumentara su vulnerabilidad ante el estrés y la ansiedad. No saber más le agobiaba, le producía taquicardia y le impedía ser feliz. La cita más famosa realizada por un sapiens y que puede resumir mejor su angustia vital es: “solo sé que no sé nada”. En cambio, un resapiens capacitado para enlazar una secuencia de palabras de más de cuatro elementos, definió perfectamente a su especie con una reformulación de la antigua frase: “sólo sé que no sé nada y además me importa un carajo”.

Por todos estos detalles, el Director del departamento de antropología de la universidad de Yeil, tenía claro que había nacido una nueva especie. Pero había un problema. El aislamiento natural de Cádi había mantenido a la nueva especie contenida en su territorio ya que la curiosidad por viajar y conocer otras culturas no existía en el resapiens. Lo más lejos que llegaban de su entorno era al puente carranza a practicar su principal forma de sustento y ocio: la pesca. Y ahora, con la pesca prohibida en el puente, ni eso. La pesca le permite relajarse poniendo la mente en blanco durante horas y concentrándose en un solo punto, la boya. Es como el yoga o el taichí pero más bajuno.
Los científicos tenían claro, que si el resapiens era la nueva especie que iba a dominar el mundo, debía extenderse por todo el planeta. Pero los resapiens no salían de cádi, no pasaban del puente. Algo fallaba y se fueron desanimando. Algunos generaron la teoría de que las murallas que rodeaban la ciudad, una vez que dejaron de servir para su defensa, habían actuado como presidio para la nueva especie; creando una especie de barrera mental infranqueable construida a base de machaconas y autogeneradas afirmaciones del tipo: “Cádi e lo mejón der mundo”, “como Cádi no hay ná”, “esto es cádi y aquí hay que mamá”, “como en casa de uno no se caga en ningún lao”, “dónde va a está tú mejón que en tu casa”, “cádi e un bastinaso” y “ole ole mi cai, y lo digo a boca llena, y el que no diga ole que se le seque la hierbabuena”. Una especie de síndrome de Estocolmo pero en chungo.
Los científicos, con el director del departamento de antropología de la universidad de Yeil a la cabeza, pensaban que quizás fuera un paso en falso en la evolución, una pifia de la naturaleza, y abandonaron la investigación.

Regresaron a su país, incluido el director del departamento de antropología de la universidad de Yeil, totalmente desilusionado, y su hija. Y bruce güilis, completamente humillado. Pero cuando el Dr. Maikel O´sullivan creía que ya no viviría para ver el nacimiento de la nueva especie, ocurrió el milagro. El científico se dio cuenta de que su hija no paraba de engordar desde su llegada. Temiéndose lo peor y aprovechando que un día se quedó dormida en el sofá, el científico acercó el oído al vientre de su hija. De repente, escuchó la siguiente frase: - güelo, la paga… y recibió un seco golpe en la sien que mantenía apoyada contra el vientre de su hija. Como un cosqui. Mareado y sangrando, se miró en el espejo comprobando asombrado como en la sien, perfectamente impresa por el golpe, tenía la silueta del Camarón.
No había duda, el homo resapiens había desarrollado un modo de expansión perfecto que le llevaría a dominar el mundo sin moverse de su casa: dejar preñadas a las cientos de erasmus que todos los años acudían a estudiar español a Cádiz. La expansión sería lenta pero segura; y sobre todo cómoda.
El padre quiso comprobarlo haciendo la ecografía a su hija y no se equivocó. Portaba en su interior un magnífico ejemplar de resapiens en postura comparsista con el cordón umbilical enrollado al cuello y los dedos llenos de malformaciones en forma de anilllos dorados del camarón.
Cuando nació, los principales canales americanos como la ce ene ene, la ce be ese y el nachional geografi no quisieron perderse el acontecimiento y emitieron en directo el momento justo en que al asomar la cabeza por la entrepierna de su madre, pronunciaba su primera palabra; que por cierto, no fue ni mamá, ni papá, sino un claro y contundente - eeeeeeh?, seguido de un no menos clarificador -¿qué carajo estái mirando, cabrone?…

Fin
by carlosgallordo@hotmail.com

5 de junio de 2013

¡¡¡¡goooooooooooooooooooollllllllll!!!!!!...

...el juez se interna por la banda, amaga con citarlo de nuevo, lo cita, le toma declaración, regatea a los testigos, chuta a puerta y... ¡gooooooooool!... ¡esta vez sí!, ¡la fianza no ha podido detener el disparo y Blesa se cuela por toda la escuadra!... ¡gooooool!... la Unión deportiva Justicia inaugura  por fin su marcador: U.D. Justicia 1 - Banca 714. ¡Vamos!, ¡podemos!... ¡aún queda partido!...

...gritaron los ilusos...