3,2,1,0... en estos momentos media europa, la que lee los periódicos, escucha la radio y ve los telediarios, está apretando los ojos, encogiendose de hombros y tapándose los oídos esperando el explotío del euro de un momento a otro. El fin del mundo. Bueno, más bien el fin del mundo virtual; porque eso ha sido el euro, una especie de matrix del que hemos despertado a palos. Ha sido una década en la que el mundo real sobrevivía entrecomillado; encerrado en un pequeño espacio triangular cuyos vértices eran el índice y el corazón de cada mano y nuestra nariz, sólo visible cuando ambas manos se levantaban a la altura de la napia, se movían de arriba a abajo ambos pares de dedos y se pronunciaban las palabras mágicas: "...de las antiguas pesetas"...
Esa ha sido nuestra única visión del mundo real durante 10 años. Ahí ha vivido "la resistencia" al euro de la misma forma que "la resistencia" a Matrix vivía en Sión. Ese efímero y ridículo triángulo gestual ha sido el único vínculo, la única puerta comunicante entre ambos mundos. Como las cabinas y teléfonos de matrix. Igualito.
Sin saber por qué, quizás a modo de inconsciente defensa, hemos mantenido ese gesto-recuerdo en nuestro cerebro a pesar de haber borrado todos los demás. El euro nos borró la memoria cuando se instaló y nos prometió llenarla con nuevos, mejores y más prósperos recuerdos. Gran cobaso que nos dió. Nos hizo olvidarnos de la peseta y del valor de las cosas al punto de que si se te caía una moneda de 5 céntimos en la parada del autobús la dejábamos allí como autodemostración de poderío, como demostración de haber superado una época, como demostración de estar por encima del dinero. Y un carajo. De medio metro. Era justo todo lo contrario. La potencia cobera del euro nos llevó incluso a plantear el debate de eliminar la moneda de 1 céntimo por considerarla "una cantidad despreciable". Vaya forma de cagarla. El enemigo siempre viene bien vestido, trajeado y prometiendo el oro y el moro. Ha sido la "década de la impostura" y nos la han metido doblá. Ahora nos plantean el armaguedón si el euro se va al carajo y vuelve la peseta. ¿Y qué carajo hacemos los "deapié"?, ¿en?...
A estas alturas de la película, si vuelve la peseta, como si vuelve el undostrés, me la suda. Porque lo cierto es que se llame la moneda como se llame ya hemos vuelto a la realidad, ¿o es que hay alguien que no sepa que los euros no son más que pesetas disfrazás?...
Bueno, para terminar, las últimas noticias que indican que el final del mundo se acerca:
- el rey le quita la paga a sus niñas y a los novios argumentando que ya tienen edá de doblarla
- para aprovechar el aeropuerto de castellón, las autoridades van a montar una escuela de cetrería (que sólo podrán usar los halcones de familia bien puesto que será un colegio de pago)
- Urgandoahín cambiaba etapas del tur por contratos con camps y sus colegas como el que cambia estampitas
- los líderes europeos se reúnen en una cena para tomar medidas y zapatero propone tomar tortilla y ofrece la que lleva en un taper
- berlusconi saca un disco (esperemos que sea uno, no uno y muchas copias sino uno sólo)
- Conclusión tras más de diez horas de reunión de los 27 líderes europeos: los ingleses no quieren el euro ni decir chocolate en vez de chocoleit, radio en vez de reidio ni televisión en lugar de televísion. Tampoco aceptan conducir como to kiski.
- Los 27 líderes europeos, incluídos los ingleses, alcanzan un único acuerdo: alargar la reunión un día más para que el mundo se vaya al carajo después del madrí-barsa.
- Lo verán juntos. La merkel pone la cerveza. Zapatero la tortilla.
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