16 de octubre de 2013

EscaparArtistas gaditanos: Hallowey feliz

El millonario nunca falla. Por algo lo es. Pasar ante su escaparate significa siempre invocar a las musas, abrir la mente, cambiar la perspectiva, viajar a otra dimensión... La obra del que para mi es el mejor escaparArtista conocido es una acertadísima mezcla de azar e intención. Los porcentajes en que ambos factores se mezclan para conseguir atraer la atención del biandante* sólo los conoce él. Ríanse ustedes de la fórmula de la cocacola.
Hoy ha habido cambio de escaparate; se acerca Halloween. O más bien, como según él mismo ha reflejado con un carioca azul en un trozo de poliexpán cortado a pellizcos, lo que se acerca es Halloweey. Y nos desea felicidad.
El letrero, casi más bien escultura, pende de un hilo en su extremo izquierdo hasta reposar el derecho sobre una horquilla de manigueta infantil. La misma, que en un alarde de habilidad publicista, guía en diagonal nuestra mirada hasta el martillo de capataz que amenaza con romper el cristal. De broma, por supuesto, como los huevos que reposan peligrosamente almacenados bajo la inestable horquilla. Y qué decir del efecto psicológico que esta obra de arte causa en nuestras mentes... Nunca esta sociedad le estará lo suficientemente agradecida a éste hombre por su labor en pro de la interculturalidad y la defensa de las tradiciones. Vengan de donde vengan, el millonario es capaz de sintetizarlas y hacerlas convivir en apenas cuatro metros cuadraos de escaparate en plena armonía. Como una metáfora de que otro mundo, basado en el respeto a la diferencia, es posible. Máscaras mexicanas, caretas de halloween, horquillas y penitentes de semana santa, huevos de broma, trompos, calabazas, revólveres, saxofónes y cornetas de plástico, paraguas plegables, calaveras y canicas... ¿se puede ser más cutre?... NO, y por eso es el millonario.

*Biandantes: que andan dos veces. Dícese de los típico aburrío de cádi que cuando ven algo que les llama la atención (una puerta de un garaje abierta, una discusión callejera, un guardia multando, una azafata montando un stand de ron pa repartí gorras o algo gratis, etc.) hacen dos pasadas para curiosear: la 1ª suavizando el paso y girando la cabeza descaradamente hacia el objetivo. La 2ª, tras un titubeante giro en el que han tenido tiempo de inventar una excusa , para volver sobre sus pasos y detenerse descaradamente sin ningún tipo de pudor, reparo, timidez o nada que se le parezca.

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