Aquel año el otoño llegó como en los cuentos; desagradables ventoleras hicieron caer las hojas, los nubarrones se instalaron entre el sol y las azoteas y el frio tardó menos que nunca en empujarnos a sacar la ropa de invierno.
Era un frio inglés, lo sabemos por su puntualidad y por la seriedad que nos trajo. Cada grado que robaba al termómetro se lo quitaba también a la curva de nuestra sonrisa. Hasta hacerla plana. Hasta anularla. Hasta invertirla. Hasta luego. Humor inglés.
Acostumbrados como estábamos a ir en camiseta hasta el puente de octubre, y a dedicar el resto del mes a realizar una tranquila transición que nos llevara a ponernos el abrigo por tosantos, aquel viruji nos dejó tiesos; bloqueados física y mentalmente. Era la primera vez que en Cádiz se pasaba de la ropa de verano a la de invierno sin pasar por la de entretiempo. Hubo madres que no lo asimilaron y se suicidaron. Fueron las primeras víctimas. Hubo, también hay que decirlo, adolescentes que lo festejaron.
Ya se sabe que el frio te bloquea y si no reaccionas te congela. Aunque algunos no superaron ese primer bloqueo, la mayoría reaccionó. Pero el ánimo, anuladas e incluso invertidas las sonrisas, estaba bajo.
No ayudaba saber, como se sabe, que Cádiz es la ciudad más fría del planeta. -Que en Moscú hace -19 grados y en Cádiz 16, da igual, en Moscú te pones un abrigo y pasas hasta calor. Pero en Cádiz, te pongas lo que te pongas, con esta humedá… ¡amo home!, ¡a los moscovita eso los quería ve yo pescando en el puente to la noche!...
El frio se instaló sin pagar. Era la primera vez que se quedaba. La lluvia también. Llegaron chaparrones que duraban quincenas completas sin intermedios. Como en Compostela. Uno tras otro. Acabó el otoño y llegó el invierno recrudeciendo aún más la situación. Amanecía anocheciendo. Como en Finlandia.
Los nubarrones se hicieron cada vez más densos hasta eclipsar el sol y comenzaron los aguaceros. Éramos pocos y parieron las nubes. Viento, frio, lluvia y gris. Esto último era lo peor, pero aún no lo sabíamos… Las consecuencias no se hicieron esperar: humedades por doquier (y por las paredes también), niños insoportables con la vitalidad atrofiada a causa de la reclusión, propósitos de correr por la playa truncados desde año nuevo y ropa tendida eternamente dentro de las casas.
Para colmo, llegó el carnaval y fue subacuático. Ahí fue cuando la sonrisa se invirtió del todo. La Costa de la luz se fue al carajo. La salada claridad también. La ciudad que sonríe lloró.
Como si de una maldición bíblica se tratara, la población comenzó a enfermar. Con las defensas bajas por déficit de vitamina de la risa las epidemias se sucedieron y se mezclaron: vomitonas, gripes a, b, y hasta c, virus de 24, 48 y 72 horas, mareos, temblores y cagaleras, muchas cagaleras. La gente llovía por el culo.
Pero no todo fue malo. Nos quedamos “mu dergaitos” de cara a un verano de cuya llegada se comenzaba a dudar. Los índices de fracaso escolar descendieron llamativamente. Aumentó la productividad de las empresas e incluso, por increíble que parezca, la del Ayuntamiento. Y por último, los ciudadanos lo fueron más que nunca; al no salir, ni ensuciaban, ni gritaban, ni circulaban en motos con el tubo de escape trucao por aceras y calles peatonales, ni se saltaban las reglas más básicas de urbanidad.
Por primera vez, tras años de usar el término únicamente por su rima, los gaditanos se volvieron escandinaBos. Bastó con que el hombre del tiempo colocara una nube perenne sobre la ciudad. El gris era la clave.
me he reído como hacía mucho tiempo, Carlos!! gracias, muchas gracias, por alegrarme el lunes... ¿ya va mejorando la cosa, no? aquí luce el sol... Besos desde Madrid!
ResponderEliminarHola Isa, gracias a tí. Bienvenida. Pues sí, ya luce el sol, pero ha sartao el Levante...
ResponderEliminarJa, qué bueno! Yo también me he hartado de reir y, por supuesto, me he sentido identificado. Y los mayores diciéndote que eso era normal, que antes los inviernos eran así... Buff!
ResponderEliminarMe ha gustado visitarte.
Saludos.
K bueno...... y si, como se dice calzoncillo en sueco???? escondinabo..... es que lo pones a webo!!
ResponderEliminarTío, pisha, ara que se mabía orvidao, cojo y leo esto. Qué bajonassso. Y qué peasso carnavá. A la gallega. Benos má que ar finá nos reímo hasta de eso, porque en Cadi ¡¡¡el agua hase bujero!!!
ResponderEliminarMe encanta, no soy de Cadiz, es mas nunca he estado alli, pero ...cuando lo lees, es como si toda la vida la hubieras vivido alli.
ResponderEliminarcadiz, controladores, tragabuches...salada claridad eso siempre...en fin cositas...Cadiz
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