CarnAGUAL 2010. En mitad del temporal, una intensa sensación de sed obnubila mis sentidos afectando seriamente a mi voluntad. Bajo la incesante lluvia mi teledirigido y empapado cuerpo enfila el bar más cercano. Un movimiento más mecánico que consciente me lleva a detenerme momentáneamente ante "la carta" colocada en la entrada. ¡Plis!, ¡plas!; un rápido vistazo de izquierda a derecha y de arriba a abajo y la decisión está tomada. Picaste. ¿Selección natural?, ¿publicidad subliminal?, ¿caprichos de la lluvia?, ¿el destino?... No; marketing gaditano. Nada es casualidad. O si no, ¿qué hubieras pedido tú?...
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