En este preciso instante, mientras la mitad del planeta busca la forma de salir de la crisis y la otra mitad busca la forma de sobrevivir, Cádiz, una insignificante extensión de tierra rodeada de mar que por no ser no es ni isla (quizás deberíamos demoler el histórico puente Suazo para obtener ciertos beneficios fiscales, descuentos en los barcos, aviones y helicópteros, etc.), hace su parte del trabajo; cumple con su cometido existencial, que no es otro que facilitar al ser humano la accidentada travesía que es la vida transformando la mierda que le rodea en risa. Hemos tenido suerte, nos podía haber tocado cualquier otra tarea o función como sociedad o cultura; la mayoría más desagradables. Pero nos ha tocado esta; y la cumplimos.
Como un geranio que florece junto a un caño de aguas residuales, un mimo en un polígono o un jilguero que canta enjaulado en la ventana que asoma a las vías, Cádiz no cesa en su empeño: desmontando argumentos grandilocuentes, derribando estúpidas solemnidades, despreciando autoridades, protocolos y censuras, ridiculizando dogmas, levantando cátedras de sus asientos sentadas por cualquiera… ¿Y cómo lo consigue?... pues igual que el geranio, el mimo y el jilguero: comiendo mierda. No hay truco. O sí: reconocerse comemierda y comérsela sin echársela a pecho, para que te afecte menos, como el tabaco. Tragársela con la seguridad del que sabe dónde está el fondo y por tanto no teme caer más bajo, del que se sabe capaz de asimilarla y seguir viviendo. Y riendo. – ¿Qué me estás contando de la responsabilidad del ciudadano en la situación de los mercados?... cuidado, soy un comemierda y te lo advierto: mi sangre asimila la mierda y la transforma en coplas. Tú verás la trola que me cuentas y en el tono que lo haces. Primero me la tragaré, pero después igual la regurgito en forma de cuplé y entonces sí que te va a costar quitar el olor de su sonido…carajote!...
Mientras en otros lugares se entrenan para la guerra, compiten por desarrollar la mejor arma, la mejor campaña lavacerebros, el mejor método de usura financiera, etc., Cádiz se prepara para la batalla más sana del mundo. Basada en provocar el mayor número de risas, las carcajadas más explosivas o la emoción más profunda a partir de una mirada a la realidad con cierta perspectiva. Se acerca el carnaval y en eso (y puede que sólo en eso) somos una potencia. No habría ejército ni armada capaz de tomar Cádiz en una hipotética batalla de risas y coplas. Sería un bastión, más bien bastinaso, inexpugnable. –Qué tontería, ¿y de eso estáis orgullosos?, piensan algunos. –Así os va, dicen otros. –Eso, eso, vosotros tomároslo tó a cachondeo, amenazan aquellos. Son los que se niegan la risa a sí mismos y se la niegan también a los demás, confundidos de nacimiento defensores de una seriedad mal entendida incompatible con el humor; lo que viene a ser un muerto de asco, un triste, un amargao de toa la vida.
En este preciso instante, a pesar de ellos y de la seriedad y gravedad del mundo, en Cádiz hay numerosas mentes pensando cómo darle la vuelta cantando a los pronósticos de estandars an purs, o buscando la mejor perspectiva para explicarnos de forma sencilla y rimada los intríngulis del caso urdangarín, incluso habrá algunas intentando relacionar a base de doble sentido las medidas del gobierno con las de Dolores de Cospedal…mmmm… y aunque parezca increíble e incluso inútil, lo conseguirán. Y seguro que a alguien, intérprete o espectador, le alegran la existencia y le dan una pequeña excusa, que quizás no llegue ni a motivo, para justificar por qué seguir viviendo y tragando mierda merece la pena.
Esto es una forma de vida, una manera de relacionarse con el entorno y la propia existencia. Una más de tantas. Ni la mejor ni la peor, sólo una más. Pero tan necesaria como el resto. El tiempo y la evolución dirán cuán importante o no fue su aportación. Y si no lo dice, que nos quiten lo reío.
“Ya marca el paso, desde el Falla, la caballería;
ya combaten cuerpo a tablas las oficiales;
ya vela risas, agazapada, la infantería;
ya se alistaron, a la guerrilla, las ilegales.”