23 de mayo de 2016

Cadiztorias: Recuerdo de mi primera comunión. Merchandaisin papal.

Hoy 23 de mayo de 2016, hace 35 años que hice la comunión. Me acuerdo perfectamente porque aún no he sido capaz de averiguar para qué servía aquella enorme bola maciza de color marfil con la cara del Papa Juan Pablo sobre la que había dos bolis clavaos. Aquella bola, que reposaba sobre una indescriptible peana con la leyenda "Recuerdo de mi primera comunión", le robó el protagonismo a mi deseado casio. Y aún me dura el trauma. A veces me asalta el recuerdo del sonido que producía cuando al rodar contra el ejército de los cliks (los playmobil para los menos puretas) pasaba por la parte plana que le permitía reposar sobre la peana... rourourourou...clá!, clá!... rourourourou...clá!, clá!... Era una bola coja. Pa colmo. El recuerdo de ese sonido irá siempre asociado a mi primera comunión como desde el primer instante me dejó claro que pasaría la leyenda de la peana. Y recordarlo reinicia en mi la búsqueda de una respuesta... ¿pa qué carajo servía esa bola?... Es curioso como la potencia de un recuerdo es capaz de anular al resto cuando va asociado a los sentidos. Recuerdo a la puta bola por su sincopado sonido al rodar y por su pestilente olor a petróleo rancio. Pero no consigo recordar el sonido de la alarma del casio... mi pimer reloj digital, mi primera alarma... Tampoco recuerdo el olor de la goma de su correa y ya casi no recuerdo el color del cristal que envolvía su minúscula pantalla ni si tenía luz o no. Quizás Casio no anduvo fino y debió sacar una edición especial "Recuerdo de mi primera comunión"... Otra vez, ahí me viene... rourourourou...clá!, clá!... rourourourou...

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